AL GREEN REGRESA PARA VERSIONAR A LOU REED

Un sinónimo del Smooth Soul, el encantador vocalista sureño (desde hace décadas convertido en Reverendo) vuelve a los estudios para hacerle un sentido tributo a Lou Reed.

Desde su último LP, Lay It Down (2008), Al Green solamente había grabado un cover de ‘Before the Next Teardrop Falls’ (originalmente por Freddy Fender) hace cinco años. Este fue un estreno inesperado, el cual honestamente pensé que era un archivo de décadas atrás, ya que su voz está impecable.

Para grabarlo, acudió en febrero a los legendarios estudios de Sam Phillips en Memphis, acompañado por los Hi Rhythm Section, quienes tocaron en su era dorada entre su segundo LP Green Is Blues (1969) y Truth n’ Time (1978). 9 años con 12 de los discos más importantes del Soul. Y para refrescar, en coros la vocalista inglesa de R&B contemporáneo, RAYE.

Junto al lanzamiento, Al Green dio un comunicado anunciando shows en Detroit y Missouri. A su vez, se refirió a la canción de la siguiente manera:
«Ame la versión original de Lou. Es una canción que inmediatamente te pone de buen humor. Quería preservar ese espíritu, pero a su vez sumarle un poco de nuestro estilo».

En lo personal, influenciado por lo que he leído y escuchado sobre las vivencias de Lou Reed por aquellos años, siempre he sentido tristeza con esta canción. Adoro que el Reverendo tenga una reacción completamente opuesta.

MUSIC WINS FESTIVAL 2022 – REVIEW

Desde The Magnetic Fields y Devendra Banhart hasta Winona Riders y Chet Faker

Con una exquisita selección de artistas locales e internacionales, el Club Ciudad vivió un fascinante regreso del Music Wins Festival. ¿Por dónde empezar? ¿El carácter tan explosivo como dulce de Mujer Cebra, una de las bandas más interesantes del under? ¿El debut en Argentina de Alvvays, una revolución en la escena indie pop? Hubo demasiados puntos altos, vamos a recorrerlos a continuación.

A las tres y media de la tarde, a pleno rayo del sol, el público se rindió ante el alternative dance tan pegadizo de !!! (CHK CHK CHK). Los norteamericanos trajeron clásicos y temas frescos de su nuevo LP, Let It Be Blue (2022). La energía constante de su líder, Nic Offer, es 100% contagiosa, y por eso todos movían sus brazos hacia los costados a la par de él; e incluso terminó bajando del escenario y bailando entre los fans. Tras el show, tuve el placer de conversar con él, sacándonos una foto y riéndonos un buen rato.

Hubo un salto hacia otra dimensión. Abriendo con la parte hablada del clásico de Primal Scream, ‘Loaded’, Winona Riders desató un caótico noise rock lleno de psicodelia. Un cóctel formado por guitarras ruidosas y disonantes, sintetizadores espaciales y ese peculiar logo titilando constantemente en la pantalla. Un viaje impactante de la mano de una de las bandas más interesantes de la escena alternativa en Argentina. Una performance consagratoria, en la que hasta rompieron una de sus guitarras, en pleno salvajismo. 

Dentro de la escena nacional, tuvimos fantásticas performances de Melanie Williams y Telescopios, en ambos casos con un rock que no tiene miedo a cambiar de dirección, y que nunca deja de hacerlo. Destacaron los canadienses Alvvays, con un espectacular debut en el país, presentando su excelente álbum Blue Rev (2022). Su pop con texturas indie, dream y jangle es sumamente pegadizo, logra conmover a fanáticos y primerizos. 

Más tarde fue el turno de la neo psicodelia de Crumb, quienes lograron transmitir las fascinantes energías de sus discos en el escenario. Es sorprendente ver cómo en vivo canalizan un lado más salvaje, en los momentos de noise rock descontrolado. 

La presentación de The Magnetic Fields tuvo una preciosa sensación de intimidad, casi como estar escondidos mirándolos ensayar. Las preguntas que nos generaron se las hicimos a su líder, Stephin Merritt, las cuales también encontrarán en nuestras redes a la brevedad.  Pero como un breve adelanto, y una linda curiosidad, tanto él como Nic Offer de !!! le dieron cumplidos a mi remera de Another Green World (Brian Eno). Curiosamente, este último destacó que era su disco favorito, y Merritt me dijo que él tiene una de otro disco, Taking Tiger Mountain By Strategy.

Fue impactante ver a una de las bandas más influyentes de la escena indie en los ‘90 codeándose con todo un movimiento nuevo. Más aún si consideramos que, de manera directa o indirecta, The Magnetic Fields abrió puertas por que los más jóvenes siguieron en sus exploraciones. Sonaron clásicos como ‘Andrew in Drag’ y ‘No One Will Ever Love You’, como también varias de su último lanzamiento Quickies (2020). Curiosamente no cerraron con su típico final, ‘100,000 Fireflies’, sino que después de tocarla, tuvo lugar un pedido que le hice personalmente en la entrevista: ‘A Chicken With its Head Cut Off’ (thank you, Stephin).

Devendra Banhart, quien ya había brillado en el C Complejo Art Media, hizo lucir todo su carisma, relajado y llevando sus cuerdas vocales a todos los rangos posibles. El público se convirtió por una hora en una masa uniforme, unida por la danza. Su constante dulzura, tanto musical como conversando con el público, derritió varios corazones. Hasta se animó a una cumbia psicodélica al estilo de Los Destellos en Perú. ¿Es necesario aclarar que fue recibida por unos pasos alocados?

El clima extasiado se mantuvo: inmediatamente llegó el híbrido entre indietronica y R&B del australiano Chet Faker. Se adueñó de una hora de nuestro tiempo, únicamente acompañado por sus máquinas y sus instrumentos. De a momentos se colgaba una guitarra, pero definitivamente lo más exquisito era escucharlo sentado en el piano Era constante ver gente haciendo mímicas de tocar las teclas, rendidos ante el groove

Chet dejó la mesa servida para que siguiéramos con Metronomy, el plato más esperado para la mayoría de los presentes. El baile se intensificó en una hora de hipnotismo con ese electropop, el cual sinceramente me dejó bastante decepcionado. Las largas partes instrumentales fueron su fuerte, parecía que podrían seguir por horas sin parar, pero no conecté con las secciones cantadas. De todos modos, el momento más memorable del set fue un hecho improvisado, cuando el tecladista dijo a la cámara «¿qué miras bobo?». Las risas explotaron y también el canto popular por Lionel Messi

Si los organizadores planeaban generar una inmensa pista de baile en las últimas horas del festival… objetivo cumplido. La fiesta continuó con el dúo de deep house, los franceses The Blaze, quienes en su DJ Set de hora y media cerraron a la perfección un día para el recuerdo. 

Una noche tan variada como encantadora, donde los estilos más diversos convivieron a la perfección. No podemos esperar por un nuevo Music Wins.

Por Agustín Riestra

FLEET FOXES: ABRIENDO LAS PUERTAS DEL MUSIC WINS FESTIVAL 

Un comienzo ideal para un festival cargado de indie en su formato más diverso

La escena folk tuvo sus idas y vueltas a lo largo del tiempo, de ser extremadamente popular a comienzos de los ‘60, a casi olvidada en los ‘80. El nuevo milenio tuvo un cambio de paradigma, y de a poco diversos grupos revivieron al movimiento. Entre los más importantes para lograrlo están los Fleet Foxes, quienes trajeron su magia al  C Complejo Art Media, inaugurando el Music Wins Festival.

Fue curioso que la banda saliera al escenario coreando «ole ole ole ole», con inmensas sonrisas y una tímida arenga. Luego, felicitaron al público por la victoria ante Países Bajos, por los cuartos de final del mundial, e hicieron notar su alegría de estar en Argentina. La noche ya estaba destinada a ser una fiesta, el festejo futbolístico fue el arranque perfecto. 

Un show emocionante, con una compleja simplicidad que evoca una intrínseca sensación de naturaleza. Canciones como ‘White Winter Hymnal’ o ‘Blue Ridge Mountains’, inmediatamente brindan la sensación de bosques y montañas. Esto también se lo debemos a la preciosa voz de Robin Pecknold, y al un acompañamiento perfecto del resto de la banda, transmitiendo una fuerte sensación de intimidad, a pesar de estar parados junto a innumerables personas más.

Las canciones fueron principalmente de su último LP, Shore (2021), y sus dos primeros lanzamientos, el debut Fleet Foxes (2008) y Helplessness Blues (2011). Hubo más celebreaciones: casi al final del show invitaron a su telonero al escenario, el brasileño Tim Bernardes, quien ya se había empezado a ganarse los corazones del público dos horas atrás, cuando versionó con la acústica la maravillosa ‘Cantata de Puentes Amarillos’ de Luis Alberto Spinetta.

Después de semejante experiencia, es maravilloso tener la posibilidad de deleitarse con el Music Wins Festival en Club Ciudad. Desde Magnetic Fields y Devendra Banhart hasta Metronomy y Chet Faker.

Arlo Parks – Collapsed in Sunbeams

Un debut cargado de maravillosa variedad

La escena londinense ha estado vibrante en los últimos años, con numerosos debuts ricos de diversos géneros. Una de las figuras más interesantes me resultó Arlo Parks.

Tras una breve introducción, Collapsed in Sunbeams (2021) nos presenta la canción Hurt. Allí cae una referencia a la serie de David Lynch Twin Peaks, la cual me hizo rapidamente empatizar con la vocalista, pero eso llegó a otro nivel con la preciosa Hope.

Bello Neo Soul, R&B, Bedroom Pop y mucho más… incluso beats de hip hop en la curiosa conclusión Portra 400.

Arlo Parks promete, y estoy intrigado por ver como se desarrolla su carrera… el contenido poético es bastante directo, lo cual lo hace entretenido y sentido, al igual que el trabajo vocal. Me enternecen las referencias a la cultura pop, desde la ya mencionada Twin Peaks hasta a Robert Smith y Sylvia Plath.

Una buena producción que hace a la experiencia dinámica y disfrutable, con lugar para la sensibilidad pop y la introspección del singer-songwriter. Una de las mejores sorpresas del siglo XXI.

WOODY WOODMANSEY, BATERISTA DE BOWIE, RECUERDA ZIGGY STARDUST

Charlamos con el último de los Spiders From Mars sobre su LP más famoso, 50 años después

Es difícil situarse en la sociedad británica de 1972. A pesar de que habían atravesado una muy popular escena psicodélica, todavía se mantenía una enorme grieta entre los «rockeros» y el resto. La clase trabajadora era en su mayoría apasionada por el fútbol y con poco interés musical, cargados de posturas machistas y una estética exageradamente masculina. Queda claro con solo ver fotos de los bigotudos deportistas. De todos modos, mientras los hooligans — equivalente inglés a los barras bravas — generaban caos y violencia por las calles, ocurría otro tipo de rebeldía, a base de maquillaje y trajes extravagantes.

“Se pensaba que Bowie era un one hit wonder. No sabía si era inteligente o si tenía buen sentido de la moda”

David Bowie es indudablemente el ícono de la escena glam, un elegante camaleón que quebró todos los límites. Desde que apareció maquillado y usando un vestido en la portada de The Man Who Sold The World (1970), el mundo no volvió a ser el mismo. Es un dilema imaginar si Elton John o Freddie Mercury habrían trabajado sus estéticas de la misma manera sin este antecedente. Aún así, el impacto no era exclusivamente a través del look, sino que también con la música, y eso vamos a explorar en una edición muy especial de Medio Siglo Atrás, acompañados por Mick Woodmansey.

Retomando aquel disco de 1970, allí fue que pasó de ser un cantante acústico y psicodélico (con pasado en el pop barroco) a un estrella de rock. Para ello, necesitó de intérpretes con la capacidad de plasmar esa potencia, pero Woody Woodmansey y Mick Ronson eran las piezas perfectas para este rompecabezas. El 16 de junio de 1972, hace 50 años, aparecía en las calles The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders From Mars. Para recordarlo nos acompaña Woody, su baterista y el único sobreviviente de aquella legendaria banda. “Mick [Ronson] y yo veníamos de Hull, donde tocábamos en una banda llamada The Rats. Cuando entré fue para reemplazar a un baterista, quien se mudó a Londres y comenzó a tocar con The Hype, el primer proyecto rock de Bowie. Pronto ellos necesitaban un guitarrista, por lo que el chico recomendó a Ronson. Pasa el tiempo y comienzan a sentir que el baterista no encajaba con lo que querían hacer, Mick les cuenta sobre mi y eventualmente recibo una llamada ‘¿Estoy hablando con Woody? Soy David Bowie’. Yo no lo conocía, pero no quería ser descortés con él ni con Ronson que me recomendó, así que viajé a Londres y terminé en la banda. Sabía que [Bowie] había hecho algunas cosas folk rock, y aunque te sorprenda, en aquel momento parecía que con ‘Space Oddity’ era simplemente un one hit wonder. No sabía cómo era él, no tenía idea de si era inteligente o si tenía buen sentido de la moda”.

Pronto se percató de que estaba trabajando con un artista diferente, sobre lo que cuenta: “En la gran mayoría de las canciones, nosotros no sabíamos sobre qué trataban. Bowie nos daba unos acordes y comenzábamos a practicar como si fuese en vivo, pero probando diferentes arreglos. Eventualmente él entraba, escuchaba y 20 minutos más tarde nos traía la melodía y las letras. Tocábamos un par de veces y listo, esa era la canción que iba al disco.

“De no haber sido por ‘Starman’ , tal vez el álbum nunca se habría lanzado”

Este álbum no solo fue la explosión del glam rock, sino que también el nacimiento del alter ego Ziggy Stardust, un alienígena andrógino que arriba al planeta y funda una banda. Una estrella musical con una filosofía hedonista y la sexualidad completamente abierta (los géneros no importan mucho cuando sos un alien), atravesando un inminente apocalipsis con altísimo consumo de estupefacientes. Pero este tipo de vida es lo que lleva a su trágico final, en la conclusión del LP, ‘Rock ‘n’ Roll Suicide’. Aquella peculiar premisa es la base para una interesante obra conceptual, que incluye desde la desoladora ‘Five Years’, hasta la desaforada guitarra en ‘Moonage Daydream’. Al consultarle sobre las letras, Woody nos comenta: “Algunas son bastante obvias, pero en muchas otras se trata de lo que significa para vos. En algunas, como por ejemplo ‘Life on Mars’ , él quería que tuviéramos una idea sobre qué trataba, pero en la mayoría no nos explicaba nada, eran un secreto”.

En esta hora de charla nos compartió muchas anécdotas, pero una de las más llamativas es que al terminar de grabar el disco, desde el sello RCA estaban preocupados. ¿Por qué? “Nos dijeron que faltaba un single, el álbum era bueno, pero decían que no tenía una canción pegadiza que atrape a los oyentes. Entonces David dijo que iba a crear su propia ‘Somewhere Over The Rainbow’  [en referencia  a la canción de la película The Wizard of Oz (1939)], agarró una acústica y se puso a componer. Volvimos al estudio y la grabamos, esa canción era ‘Starman’. De no haber sido así, tal vez el álbum nunca se habría lanzado”.

A pesar de estar cumpliendo 50 años, Ziggy Stardust se mantiene vigente y enamorando a nuevos oyentes. Más allá de que aquel alter ego fue asesinado por su creador el tres de julio de 1973, cuando anunció su retiro al final del último concierto de la gira — confundiendo a los fanáticos y a sus propios compañeros de banda —. Curiosamente, los Sex Pistols estaban presentes esa noche, pero no solo como fanáticos: “Hace unos años conversé con Steve Jones, guitarrista de los Pistols, quien me consultó si recordaba los dos recitales en el Hammersmith Odeon. Le dije que sí, convencido de que me preguntaría al respecto, pero me consultó si pasó algo raro con nuestros equipos. Le dije que no, pero me confesó que se había robado dos de mis platillos, uno de los micrófonos y el amplificador del bajo al final de la primera noche. Se dio cuenta que el micrófono era de Bowie porque tenía marcas de lápiz labial”.

Para honrar esta bella charla con una leyenda del rock, recomendamos escuchar este brillante LP, lanzado Medio Siglo Atrás.

KAMASI WASHINGTON: EL JAZZ DEL SIGLO XXI

Un saxofón con la capacidad de reinventar un género

Cuando se habla de jazz, suelen remitirse a los artistas que brillaron en los ‘50 y ‘60, desde Miles Davis hasta Duke Ellington. Algunos melómanos incluso han pronunciado (en más de una ocasión) que el género estaba muerto, pero si escuchan a alguien decir eso, entonces sabrán que no estuvo en el C Complejo Art Media para ver a Kamasi Washington.

Desde jóvenes hasta veteranos, una variada mezcla de personas se unió en la Ciudad de Buenos Aires para presenciar a una de las más interesantes figuras contemporáneas. Consultando, por mera curiosidad, cómo fue que lo conocieron a este artista, algunos decían que fue por sus colaboraciones con Kendrick Lamar, haciendo referencia a aquel legendario disco To Pimp a Butterfly (2015). Otros, principalmente jóvenes, nombraban a Thundercat o Denzel Curry, mientras que los más grandes mencionaron su álbum triple The Epic (2015). Que un artista genere convocatoria por tan diversas razones es un halago a su trayectoria.

La noche comenzó de una manera mágica, cuando a las nueve en punto comenzó a vibrar ‘P. Funk (Wants to Get Funked Up)’ por Parliament. El funk y el groove se respiraban en el baile, y pronto la banda estaba parada en el escenario. Las ovaciones se hicieron sentir, principalmente cuando apareció el corpulento Kamasi, con un abrigo tradicional, el saxofón colgando y una enorme sonrisa. Su estética tan particular estaba cargada de vibras espirituales, con reminiscencias a figuras como Sun Ra o Pharoah Sanders. Mientras que sus compañeros vestían looks diversos y modernos; una vibra de jazz que se distancia de las big bands donde todos usaban trajes, esto es algo descontracturado y libre.

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“No tenemos que soportar nuestras diferencias, tenemos que celebrarlas”

Pronto, todos los presentes se encontraban hipnotizados, con canciones largas que tomaban muchos caminos, pero eventualmente retomaban ese motif que les daba una base inicial. Solos extensos y muchas sonrisas por parte de la banda, un estado de éxtasis ligado a la alegría que les emanaba el público. Tal vez ni siquiera ellos imaginaban tener al predio prácticamente lleno, apretados y sintiendo de manera plena la música. Es por eso que esta fue una celebración, al punto que uno de los dos bateristas, Ronald Bruner, Jr., se lanzó al público al final del concierto.

Uno de los momentos más emotivos fue cuando el saxofonista comenzó a expresar su amor por los presentes. Tras decirlo en inglés, soltó un “te amo” y confesó que se sentía bendecido de recientemente ser padre, a lo que continuó con una canción que escribió para su hija. ‘Sun Kissed Child’ fue una emotiva pieza, donde la vocalista Patrice Quinn dejó el alma. A pesar de sonar tan dulce allí, dejó fluir un salvajismo al estilo de Betty Davis cuando soltó ‘Fists of Fury’, una potente pieza del último LP de Washington, Heaven and Earth (2018). Antes de comenzar dicho tema, el público comenzó a corear “Olé olé olé olé, Kamasi”, a lo que el saxofonista comenzó a tocar algo parecido en melodía. Pronto la percusión de Tony Austin se sumó, y así toda la banda. Una explosión mágica donde la gente seguía siendo protagonista, hasta que de manera sutil entraron en la canción.

Probablemente dos de los músicos más inspirados por el momento fueron el contrabajista Miles Mosley y el tecladista Brandon Coleman, este último tocó una canción de su nuevo álbum en donde parecía incorporar los sonidos de una nave espacial. Por otro lado, los solos de bajo fueron delirantes, como también la trompeta del carismático Dontae Winslow. Pero la gran sorpresa fue el estado de Rickey Washington, padre de Kamasi, quien se encargó de la flauta. Los años no le pasan factura, ya que estuvo todo el concierto de pie, alegre y con algunos fragmentos donde su enorme talento quedaba evidente. Hubo algunas «charlas» padre e hijo, con sus instrumentos, que deslumbraron. Instantes mágicos e improvisados.

El punto más alto del show tal vez fue ‘Truth’, de su EP Harmony of Difference (2017). Introduciendo la canción, comentaba: “No tenemos que soportar nuestras diferencias, tenemos que celebrarlas. Las diferentes tradiciones, culturas, pelos. Todas esas cosas hacen de todos nosotros una persona hermosa”. Es admirable que su música pueda sorprender e innovar dentro de un género que tiene incontables décadas de vida. Una fascinante (e inclasificable) suma de elementos que incluye el spiritual jazz, fusión, soul, post bop e incluso unos esporádicos beats con vibra de hip hop. Aquí la única constante es la creatividad.

Años atrás, en Lollapalooza 2019, había cerrado su presentación prometiendo que volvería pronto. No solo cumplió, sino que volvió a expresar su amor y deseo de regresar otra vez más. Y por si no quedó claro, el jazz sigue vivo, si no lo ves, es que tenés los ojos (y oídos) cerrados.

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BAILANDO EN LA OSCURIDAD CON MOLCHAT DOMA

En una noche diferente, Buenos Aires vibró con sombrío y pegadizo coldwave

El post punk es una de esas terminologías que abren un paraguas inmenso. Cubre diferentes cosas que a veces parecen tener poco en común, pero en Konex respiramos mucho de lo que hace al género, o por lo menos a su esencia. Una vibra energética, aunque a su vez apagada, la introversión en un lugar repleto de gente y la fría oscuridad que puede ser bailada. Eso y más, se vivió a través de Molchat Doma.

Caminando las cuadras alrededor, se percibía un clima ideal. Las vibras y los outfits hablaban por sí solos, era un momento muy esperado y las personas no podían evitar emanar aquella alegría. ¿Quién habría pensado que tocarían en Sudamérica? Estamos hablando de un trío fundado hace tan solo cinco años en Minsk (Bielorrusia), quienes no hacen «música convencional» y ni siquiera cantan en inglés. De todos modos, con entradas agotadas, se anticipaba con ansiedad la primera nota; y vaya que valió la pena esa espera. Casi como un gol, en un instante se desencadenó la euforia, y el público comenzó a moverse como si no hubiese un mañana.

Dudo que muchos de los presentes hablen ruso, pero eso no los detuvo de cantar y saltar alocados

Resulta muy curioso el formato de trío que desarrollan estos músicos. Un vocalista, un bajista y un guitarrista. ¿Sin batería? No, en realidad la percusión es electrónica, programada a la perfección, dando una base para seguir, mientras que la guitarra y el bajo se comunicaban en un nivel más profundo. Convivieron de forma estupenda esos sonidos, tan cadenciosos y cargados de tintes góticos e intimistas, con la apasionante puesta en escena de su vocalista. Para ejemplificar y que quede más claro, podemos hacernos una pregunta: ¿Cómo habría sido New Order si las tensas vibras de Joy Division hubiesen prevalecido de manera más marcada? Probablemente así.

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Para alimentar la riqueza y variedad de su repertorio, tanto el guitarrista Roman Komogortsev como el bajista Pavel Kozlov por momentos abandonan sus instrumentos para focalizarse en sintetizadores. Es llamativa la manera en que conviven lo orgánico y lo sintético, aquella pegadiza y fría percusión programada, con un bajo vibrante que es el motor del grupo. Unidos, la máquina toma vida, y en instantes nos hipnotiza. 

Tomaron la antorcha de los grandes grupos de hace 40 años

La iluminación ayudó a generar una atmósfera particular, pero lo más importante fue el talento de los integrantes. No creo que ellos alguna vez hayan imaginado semejantes pogos como los que se vivieron en Konex, menos aún a cientas de personas corear: “Olé olé olé, Molchat, Molchat”. Dudo que muchos de los presentes hablen ruso, pero eso no los detuvo de cantar y saltar alocados. Imposible escapar al ritmo y al sentimiento.

En las primeras filas se escucharon reiteradas veces los gritos “toquen el tema del Instagram”, en referencia a ‘Судно (Sudno)’, la canción que los catapultó a la fama. Una de las piezas que encapsulan a este grupo: musicalmente, pegadiza e incitando a que movamos nuestro cuerpo, pero las palabras que pronuncia Yegor Shkutko son de puro dolor, a la par con las épocas más angustiadas de Bauhaus o Christian Death. Una dualidad constante y fascinante. 

Pasan las décadas, pero queda claro que el post punk sigue vivo. Una banda que tomó la antorcha de aquellos grandes grupos de hace 40 años y le sumó enorme originalidad. De todos modos, dieron un pequeño guiño hacia el pasado, haciendo la fascinante introducción de ‘A Forest’ por The Cure, aunque pronto fue quebrada para saltar hacia una canción propia.

Una noche inolvidable, de la cual probablemente se hablará cuando hagan sus listas sobre los mejores conciertos de 2022. ¿Te quedaste con ganas de bailar? Acá te dejo una playlist.

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📝 Agustín Riestra
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Do Nothing – Zero Dollar Bill [EP]

El Punk sigue vivo

Al toparme con esta portada y leer los géneros que tenía asociados [«Post Punk Revival & Dance Punk»], no podía pasar la oportunidad de escucharlo. Unos segundos más tarde descubro que es el primer EP de los ingleses Do Nothing.

¿Es precisamente esas cosas? Si y no. En la escena del Post Punk Revival, desde su aparición con Interpol, Arctic Monkeys, Franz Ferdinand, The National, entre tantos otros grupos, me ha costado encontrarle la heterogeneidad de aquel movimiento. Suelen tener referencias bastante claras en sus influencias (principalmente Joy Division – y desde el lado más sencillo -) con una faceta indie y pop. No es común encontrar en el revival el sonido de The Fall, PIL o Television. Ahora bien, el Dance Punk, a pesar de a veces carecer de un nivel regular en su calidad, si es más ecléctico, como podemos ver en Viagra Boys, Death From Above 1979 o incluso LCD Soundsystem.

Como de costumbre, me fui por las ramas. Pero volviendo al EP, su comienzo es disonante y definitivamente abren con el track más hostil. A Comedy Gold le sigue la más relajada New Life. De todos modos, en ninguno de estos dos temas me terminaban de convencer… afortunadamente, fui paciente.

En su tercera canción, Contraband, sentí un inmenso salto de calidad. Afortunadamente, eso seguiría por el resto del álbum. Lebron James (curioso nombre para una canción de Post Punk) es el punto más alto, un bajo pegadizo, guitarra funky y una voz cool – incluso me atrapó el estribillo -.

Han pasado dos años y estos chicos todavía no tienen un LP dando vueltas. Necesitamos ya un álbum de Do Nothing.

DESDE GHANA CON AMOR: EL DEBUT DE GENESIS OWUSU

Smiling With No Teeth, uno de los grandes lanzamientos del 2021 

Nacido en África pero radicado en Australia, Genesis Owusu es un artista que lanzó uno de los discos más interesantes en tiempos recientes, con un sonido muy variado que puede descolocar a los oyentes en primera instancia. Esto último se debe a que hoy en día, las fronteras de los géneros son simplemente categorizaciones que hacemos nosotros.

Smiling with no Teeth (2021) presenta una característica que se ha tornado cada vez más común en las últimas décadas, voces que pueden rapear y cantar. Ejemplos sobran, desde la maravillosa Lauryn Hill hasta Frank Ocean, pero también André 3000, Cee Lo Green y tantos más. De todos modos, hay muchos que lo intentan y fallan, es común encontrar figuras del hip hop cantando baladas exclusivamente a base de autotune, lo cual no siempre sale de la mejor manera. Acá tenemos un músico que es capaz de ambas cosas a la perfección, e incluso se atreve por momento a saltar hacia terrenos más rockeros.

“Hacer que la música suene sexy y bailable, pero cuando te sumergis, era solo una fachada, una sonrisa falsa”

En sus primeros momentos, el LP se muestra como un trabajo de hip hop contemporáneo, ‘The Other Black Dog’ y ‘Centrefold’ son agradables pero no muy sorprendentes. De todos modos, ‘Waitin’ On Ya’ cambia por completo el análisis, inmediatamente es notorio que se trata de cosa seria. Allí comienza a encarar un híbrido de soul contemporáneo, funk y R&B, con fuertes texturas de pop, rock, electrónica y algunos saltos hacia el ya mencionado hip hop. Estas descripciones brindan paralelismos a Childish Gambino y su aclamado «Awaken, My Love!» (2016).

Existen secciones irregulares, por ejemplo, ‘Drown’, donde parecería que hubo un error y se cambió a un single de pop punk blando cargado de new wave. Pero inmediatamente después de trastabillar, se pone de pie y sale bailando con ‘Gold Chains’, a lo que sigue con el track que da título al álbum, relajada y cargada de una vibra divina.

La mezcla de estos géneros tan diversos se logra de forma orgánica, muy rara vez impacta de mala manera. Cada cual tendrá su preferencia entre la variada selección de estilos, pero incluso uno que no sea tu favorito puede terminar transmitiendo algo con Genesis Owusu. Es pertinente destacar que no sólo la música es buena, sino que las letras son sorprendentemente profundas y con temáticas que se trabajan como obra conceptual. 

A lo largo del debut él se autodenomina como “big black dog” (gran perro negro), pero tiene una profunda historia detrás: “Estaba escribiendo estas canciones sobre depresión, y el perro negro es un eufemismo usado comunmente para la depresión, pero entonces me percate de que me habían llamado perro negro como un insulto racista. Ahí me di cuenta de que era un término interesante para abarcar las dos problemáticas de las que estaba hablando”, dijo Owusu en una entrevista para At Wood Magazine.

También el nombre del LP, sonriendo sin dientes, tiene su lado poético: “Básicamente es pretender que las cosas están bien cuando no lo están. Trata tópicos como la depresión y el racismo […]. Así que quería atar ese concepto al disco, haciéndolo sonar sexy y arriba, divertido y bailable, pero cuando realmente te sumergis, era solo una fachada, una sonrisa falsa

Como verán, hay algo muy rico esperando en Smiling with no Teeth. ¿Será este el comienzo para un artista que se alzará hacia los charts con una prolífica carrera? ¿Podrá mantenerse brillante pero dentro de los espectros de lo que puede ser comercial? Solo el tiempo lo dirá.