L.A. WOMAN: LA DESPEDIDA DE JIM MORRISON

Después de su peor concierto, decidió crear un último LP y alejarse en la gloria

En abril de 1971 aparecía en las disquerías L.A. Woman (1971), un álbum que sin contexto podría parecer  tan solo «uno más» en la carrera de The Doors. De todos modos, conociendo su historia, tal vez sea el más importante que hicieron.

El año 1970 estuvo cargado de dinamismo, con el lanzamiento de los dos primeros discos de Black Sabbath, el debut de John Lennon con la Plastic Ono Band y All Things Must Pass (1970) por George Harrison, entre tantos trabajos más. Pero este fue también un año con momentos trágicos, entre ellos, el concierto más infame de Jim Morrison. Su banda, The Doors, acababa de terminar probablemente su mejor gira, el Roadhouse Blues Tour, promocionando el lanzamiento de Morrison Hotel (1970). La conclusión fue en el  Festival de la Isla de Wight, presentándose el mismo día que The Who, Miles Davis, Joni Mitchell e incluso Emerson, Lake & Palmer. Lamentablemente, las cosas estaban por cambiar. 

El vocalista perdió la cabeza a los pocos minutos de que comenzaron a tocar

Tras tres meses de descanso, el 8 de diciembre de 1970, en su último cumpleaños (el número 27), Morrison volvió a un estudio. Estas grabaciones fueron en solitario, simplemente leyendo poemas de autoría propia, sin la compañía del grupo — estas se convertirían en An American Prayer (1978), lanzamiento póstumo que los Doors musicalizaron — pero tres días después comenzaron una nueva gira. Pronto se hicieron sentir los inconvenientes. La primera fecha tuvo dos conciertos en Dallas, los cuales quedaron registrados y donde sonaron muy bien, aunque tal vez más cansados que unos meses atrás. Al día siguiente se presentaron en The Warehouse, un boliche muy importante de Nueva Orleans… Ese sería el último recital de Jim Morrison.

Las crónicas relatan que durante aquella noche, el 12 de diciembre de 1970, el vocalista perdió la cabeza a los pocos minutos de que comenzaron a tocar. Se lanzó al piso del escenario y comenzó a golpearlo reiteradas veces con su micrófono. Tras numerosos intentos, cargados de violencia, finalmente logró su cometido y rompió la plataforma. Fue entonces que se quedó sentado, negándose a seguir cantando. Horas más tarde, John Densmore, Ray Manzarek y Robbie Krieger decidieron que este era el fin de sus presentaciones en vivo. Por su parte, el vocalista expresó que era su retiro de los conciertos.

Las repercusiones se hicieron sentir, pero durante esos meses volverían al estudio, en búsqueda de reafirmar su estatus y no quedar por siempre asociados a esa oscura noche. Unieron fuerzas para grabar lo que de manera implícita creían que podría ser su último álbum, donde dejarían en claro que más allá de todos los problemas, The Doors mantenían su magia. La última vez que tocaron juntos fue en la sesión final de L.A. Woman, donde grabaron precisamente la canción que concluiría al LP: la inconfundible ‘Riders on the Storm’. Con vibras misteriosas y peculiar lírica, trabaja una constante temática de «haber sido lanzados al mundo», lo que implica la falta de consentimiento y conocimiento de los que nos aguarda: “Into this house we’re born, into this world we’re thrown, like a dog without a bone, an actor out on loan // En esta casa nacemos, a este mundo somos arrojados, como un perro sin hueso, como un actor prestado”. Jugando con la filosofía de Heidegger y los préstamos de actores entre estudios (algo sobre lo que ellos no tienen poder de decisión), crea una intrigante poética. Es una apropiada conclusión para el mito que fue (y sigue siendo) Jim Morrison. Una figura enigmática que se materializa cada vez que lo escuchamos.

MUSIC WINS FESTIVAL 2022 – REVIEW

Desde The Magnetic Fields y Devendra Banhart hasta Winona Riders y Chet Faker

Con una exquisita selección de artistas locales e internacionales, el Club Ciudad vivió un fascinante regreso del Music Wins Festival. ¿Por dónde empezar? ¿El carácter tan explosivo como dulce de Mujer Cebra, una de las bandas más interesantes del under? ¿El debut en Argentina de Alvvays, una revolución en la escena indie pop? Hubo demasiados puntos altos, vamos a recorrerlos a continuación.

A las tres y media de la tarde, a pleno rayo del sol, el público se rindió ante el alternative dance tan pegadizo de !!! (CHK CHK CHK). Los norteamericanos trajeron clásicos y temas frescos de su nuevo LP, Let It Be Blue (2022). La energía constante de su líder, Nic Offer, es 100% contagiosa, y por eso todos movían sus brazos hacia los costados a la par de él; e incluso terminó bajando del escenario y bailando entre los fans. Tras el show, tuve el placer de conversar con él, sacándonos una foto y riéndonos un buen rato.

Hubo un salto hacia otra dimensión. Abriendo con la parte hablada del clásico de Primal Scream, ‘Loaded’, Winona Riders desató un caótico noise rock lleno de psicodelia. Un cóctel formado por guitarras ruidosas y disonantes, sintetizadores espaciales y ese peculiar logo titilando constantemente en la pantalla. Un viaje impactante de la mano de una de las bandas más interesantes de la escena alternativa en Argentina. Una performance consagratoria, en la que hasta rompieron una de sus guitarras, en pleno salvajismo. 

Dentro de la escena nacional, tuvimos fantásticas performances de Melanie Williams y Telescopios, en ambos casos con un rock que no tiene miedo a cambiar de dirección, y que nunca deja de hacerlo. Destacaron los canadienses Alvvays, con un espectacular debut en el país, presentando su excelente álbum Blue Rev (2022). Su pop con texturas indie, dream y jangle es sumamente pegadizo, logra conmover a fanáticos y primerizos. 

Más tarde fue el turno de la neo psicodelia de Crumb, quienes lograron transmitir las fascinantes energías de sus discos en el escenario. Es sorprendente ver cómo en vivo canalizan un lado más salvaje, en los momentos de noise rock descontrolado. 

La presentación de The Magnetic Fields tuvo una preciosa sensación de intimidad, casi como estar escondidos mirándolos ensayar. Las preguntas que nos generaron se las hicimos a su líder, Stephin Merritt, las cuales también encontrarán en nuestras redes a la brevedad.  Pero como un breve adelanto, y una linda curiosidad, tanto él como Nic Offer de !!! le dieron cumplidos a mi remera de Another Green World (Brian Eno). Curiosamente, este último destacó que era su disco favorito, y Merritt me dijo que él tiene una de otro disco, Taking Tiger Mountain By Strategy.

Fue impactante ver a una de las bandas más influyentes de la escena indie en los ‘90 codeándose con todo un movimiento nuevo. Más aún si consideramos que, de manera directa o indirecta, The Magnetic Fields abrió puertas por que los más jóvenes siguieron en sus exploraciones. Sonaron clásicos como ‘Andrew in Drag’ y ‘No One Will Ever Love You’, como también varias de su último lanzamiento Quickies (2020). Curiosamente no cerraron con su típico final, ‘100,000 Fireflies’, sino que después de tocarla, tuvo lugar un pedido que le hice personalmente en la entrevista: ‘A Chicken With its Head Cut Off’ (thank you, Stephin).

Devendra Banhart, quien ya había brillado en el C Complejo Art Media, hizo lucir todo su carisma, relajado y llevando sus cuerdas vocales a todos los rangos posibles. El público se convirtió por una hora en una masa uniforme, unida por la danza. Su constante dulzura, tanto musical como conversando con el público, derritió varios corazones. Hasta se animó a una cumbia psicodélica al estilo de Los Destellos en Perú. ¿Es necesario aclarar que fue recibida por unos pasos alocados?

El clima extasiado se mantuvo: inmediatamente llegó el híbrido entre indietronica y R&B del australiano Chet Faker. Se adueñó de una hora de nuestro tiempo, únicamente acompañado por sus máquinas y sus instrumentos. De a momentos se colgaba una guitarra, pero definitivamente lo más exquisito era escucharlo sentado en el piano Era constante ver gente haciendo mímicas de tocar las teclas, rendidos ante el groove

Chet dejó la mesa servida para que siguiéramos con Metronomy, el plato más esperado para la mayoría de los presentes. El baile se intensificó en una hora de hipnotismo con ese electropop, el cual sinceramente me dejó bastante decepcionado. Las largas partes instrumentales fueron su fuerte, parecía que podrían seguir por horas sin parar, pero no conecté con las secciones cantadas. De todos modos, el momento más memorable del set fue un hecho improvisado, cuando el tecladista dijo a la cámara «¿qué miras bobo?». Las risas explotaron y también el canto popular por Lionel Messi

Si los organizadores planeaban generar una inmensa pista de baile en las últimas horas del festival… objetivo cumplido. La fiesta continuó con el dúo de deep house, los franceses The Blaze, quienes en su DJ Set de hora y media cerraron a la perfección un día para el recuerdo. 

Una noche tan variada como encantadora, donde los estilos más diversos convivieron a la perfección. No podemos esperar por un nuevo Music Wins.

Por Agustín Riestra

The United States of America (1968)

Lanzado el 6 de marzo de 1968 por Columbia Records.
Grabado entre el 7 y 23 de diciembre de 1967.

Son fascinantes aquellos momentos — no tan comunes — en los que artistas experimentales ajenos al rock le dieron una oportunidad. Así nació Can, una de mis bandas preferidas de todos los tiempos. Al mismo tiempo, en Estados Unidos sucedía algo similar con el compositor Joseph Byrd, quien solía codearse con grandes como John Cage, Yoko Ono, Morton Feldman y La Monte Young, mientras trabajaba en altas academias musicales. Tras diferentes periodos en varias ciudades, principalmente en Nueva York donde se encontraba inmerso en el movimiento Fluxus, comenzó a fascinarse con las escenas vanguardistas y la música electrónica. En 1963 se muda a Los Ángeles, trabajando en U.C.L.A. (University of California, Los Angeles), atendiendo a clases de psicología y música hindú, mientras trabajaba en su doctorado en etnomusicología. De todos modos, en 1967 abandona todos sus estudios y decide dedicarse al 100% a la composición experimental y la organización de happenings.

Hablando de happenings, en 1965 organizó uno donde participaba una jovencita Linda Ronstadt, quien formó una pequeña banda de blues para aquel evento. Esa noche en particular hizo que Byrd tome consciencia del poder de convocatoria que tenía el rock, además de lo que generaba en su público. Los artistas tocaban apasionados, y los públicos no solo conectaban, sino que también retroalimentaban. A partir de ese momento comenzó a considerar formar un grupo. Fue entonces que se contactó con su amiga y ex pareja, Dorothy Moskowitz, con quien había vivido tanto en New York como California, pero tras la separación había regresado a la costa este. Ella era una vocalista quien había colaborado en un grupo vocal con Art Garfunkel (del famoso Simon & Garfunkel) y trabajado en otras disciplinas como el teatro. Se mantuvieron en contacto y al considerar efectivamente crear una banda, se reunieron una vez más. Byrd tomaba el rol de la parte electrónica, como también el piano, órgano e incluso voz en algunas canciones. El académico también tomó instrumentos como el calíope y un harpsichord eléctrico.

Para conformar una banda reclutó en percusión y batería electrónica al especialista en ritmos africanos, Craig Woodson, y a dos músicos del clásico contemporáneo, el violinista Gordon Marron y el bajista Rand Forbes (con un interesantísimo bajo fretless). Como invitados aparecen el tecladista Ed Bogas y un amigo de Byrd, el legendario Don Ellis. Como podrán notar, no hay guitarras. ¿Cómo es posible asemejarse al rock sin ellas? 

Es difícil encontrar puntos de comparación con The United States of America, solo tal vez la voz de Dorothy con la de Grace Slick, ya que brinda algunas vibras de Jefferson Airplane; y una mezcla de psicodelia con electrónica que remite a los innovadores Silver Apples; pero incluso ellos eran contemporáneos (y el debut de esta otra banda se lanzó tres meses más tarde). En términos experimentales podríamos también mencionar a Red Crayola, quienes Byrd citó como influencia. Me interesa brindar esto que dijo para la maravillosa revista It’s Psychedelic Baby! Magazine en 2013: “Estábamos bastante conscientes de que nos insertamos al rock sin ningún conocimiento o experiencia en el medio. Habíamos tocado Cage y Stockhausen, música africana e hindú, y creíamos que podíamos traer todo eso al rock. Pero no sabíamos prácticamente nada de las raíces del rock and roll. Todos improvisamos, pero en el estilo de la «música contemporánea». En retrospectiva, crear una banda de rock sin ningún músico de rock fue una mala decisión de mi parte. De todos modos, dado que me consideraba el compositor más ecléctico en el planeta, estaba confiado de que podía escribir lo que ningún otro podía”. [Entrevista por Klemen Breznikar]

Pronto, grabaron un demo que interesó a Clive Davis, quien se encontraba trabajando para Columbia. En estos momentos ellos estaban dando sus primeras presentaciones en vivo, definiendo su estilo y las pretensiones de lo que querían lograr. Ahora bien, es interesante saber que sobre los escenarios eran capaces de generar todos los sonidos que se captaron en el LP. Estaban cargados de equipos, con múltiples instrumentos y dos reproductores de cintas sobre el escenario, pero también era una gran propuesta a nivel visual. Desde una gigante bandera de los Estados Unidos cuyas franjas rojas y blancas iban alternando en titilar, hasta máquinas de humo (que su líder sospecha que fueron los primeros en usarlas). Las presentaciones de United States of America eran arte en el más amplio sentido. Las luces estaban bajas, poco se podía ver en el escenario, pero tenían atriles con luces, ya que ellos tocaban con partituras… que imagen tan particular.

Sus conocimientos de la musique concrète y teoría electrónica les posibilitaron jugar de maneras delirantes con los sonidos, creando un álbum que suena excelente pero diferente a todo. Con sátira al estilo de Frank Zappa y momentos donde se dilucida la postura radical política del grupo (cuyo líder se encontraba asociado al partido comunista); esta es una experiencia impactante de comienzo a fin. Lamentablemente, es su único registro, poco después de su lanzamiento los conflictos internos llevaron a la disolución de la banda. Más allá de la breve existencia, su influencia fue inmensa para la escena experimental, y a pesar de cargar con algunas ideas que no terminaron de encajar, es un registro imperdible para los melómanos más curiosos. 

Álbumes «similares» en 1968: Silver Apples – Silver Apples; The Red Krayola – God Bless the Red Krayola and All Who Sail With It; Frank Zappa – Lumpy Gravy.

A1) The American Metaphysical Circus
A2) Hard Coming Love
A3) Cloud Song
A4) The Garden of Earthly Delights
A5) I Won’t Leave My Wooden Wife for You, Sugar

B1) Where Is Yesterday
B2) Coming Down
B3) Love Song for the Dead Ché
B4) Stranded in Time
B5) The American Way of Love
i. Metaphor for an Older Man
ii. California Good-Time Music
iii. Love Is All

Joseph Byrd: Instrumentos electrónicos, clavecín eléctrico, órgano, calliope, piano, arreglos y voz.
Dorothy Moskowitz: Voz.
Gordon Marron: Violín eléctrico, modulador y voz.
Rand Forbes: Bajo y voz.
Craig Woodson: Batería y percusión.

Ed Bogas: Órgano, piano y calliope.
Don Ellis (A5): Trompeta.
David Rubinson: Producción.
David Diller: Ingeniero de grabación.
Gary Margolis y Sgt. William Kerby: Fotografía.

GÄA – Auf der Bahn zum Uranus (1974)

Una de las tantas joyas del Krautrock, el debut de GÄA; uno de los vinilos más difíciles de encontrar… casi imposible.

Lanzado por el pequeño sello independiente Alemán, Kerston Records, el cual no tiene un catálogo muy destacable ni experimental (a excepción del curioso Sexphonie por la banda Tyll en 1975 – su único disco -), principalmente manejándose en el terreno de los singles de Beat, Garage y Schlager. Auf der Bahn zum Uranus, o «De camino a Urano», se distancia completamente de esas dimensiones, y es sorprendente que haya despertado interés dentro de un sello que iba en otras direcciones artísticas.

Es un LP espacial, con bastantes secciones habladas en alemán y una rica exploración conceptual en el desarrollo de las canciones. Las influencias del jazz y el blues son evidentes, pero principalmente giran en torno a dos extremos: la psicodelia y el folk autóctono. Su inicio es peculiar y sirve de introducción, Uranus, una oda de 10 minutos con muchas texturas y juegos de repetición. En su segunda canción, Bossa Rustical, nos lleva a una influencia de los boleros, pero que rápidamente despega hacia las estrellas, acompañado por una frenética percusión, un bajo que marca el ritmo y una guitarra espacial. De ‘bossa’ no tiene mucho, pero tal vez eso es lo que entendían como Bossa Nova al oeste de Alemania.

Oriundos del Saarland, se distancian de la escena más cultural que se encontraba en Múnich o Berlín, no tenían aquella «elegancia» o posibilidades. Ellos no se codeaban con Can, Faust, Cluster o los Amon Düül, e imagino que tampoco tenían acceso a las novedades de la vanguardia internacional o los equipos más actualizados, pero eso también los hace únicos. Es un proyecto más ‘sencillo’, con ciertos encantos rurales, como se nota en Tanz mit dem Mond «Baila con la luna», una excelente conclusión para el gran Lado A.

La única foto en internet del grupo

La otra mitad del disco comienza más pobre, con Mutter Erde, «Madre Tierra», pero vuelven a estar en sintonía con Welt im Dunkel, «Mundo en oscuridad», pero lo más destacable es el épico cierre GÄA.

Siento una vibra similar a lo que me transmiten varias bandas de la escena progresiva italiana, pero no respecto a que suenen parecidos, sino a la cantidad de ideas que metieron en un disco. Pronto, cuando escriba sobre esos grupos, verán una tendencia similar: lo dejaron todo en ese LP y sabían que sería su único registro. Mientras que la mayoría hace un debut muy comercial, con tal vez una o dos canciones experimentales en el lado B, estos chicos jamás consideraron hacer algún guiño hacia lo pop. Amor por el arte en su máxima expresión.

Esta es una pieza perdida en la historia del Krautrock, no muy escuchada siquiera por algunos de los fanático de aquella escena, pero con un encanto atrapante. Su primera edición esta valuada en aproximadamente 2000 euros, pero dado que no hay ninguno a la venta, podría salir incluso más. 19 años después tuvo su primer lanzamiento en CD por Ohrwaschl Records.

La parte de atrás de la re-edición por Garden of Delights

DESDE GHANA CON AMOR: EL DEBUT DE GENESIS OWUSU

Smiling With No Teeth, uno de los grandes lanzamientos del 2021 

Nacido en África pero radicado en Australia, Genesis Owusu es un artista que lanzó uno de los discos más interesantes en tiempos recientes, con un sonido muy variado que puede descolocar a los oyentes en primera instancia. Esto último se debe a que hoy en día, las fronteras de los géneros son simplemente categorizaciones que hacemos nosotros.

Smiling with no Teeth (2021) presenta una característica que se ha tornado cada vez más común en las últimas décadas, voces que pueden rapear y cantar. Ejemplos sobran, desde la maravillosa Lauryn Hill hasta Frank Ocean, pero también André 3000, Cee Lo Green y tantos más. De todos modos, hay muchos que lo intentan y fallan, es común encontrar figuras del hip hop cantando baladas exclusivamente a base de autotune, lo cual no siempre sale de la mejor manera. Acá tenemos un músico que es capaz de ambas cosas a la perfección, e incluso se atreve por momento a saltar hacia terrenos más rockeros.

“Hacer que la música suene sexy y bailable, pero cuando te sumergis, era solo una fachada, una sonrisa falsa”

En sus primeros momentos, el LP se muestra como un trabajo de hip hop contemporáneo, ‘The Other Black Dog’ y ‘Centrefold’ son agradables pero no muy sorprendentes. De todos modos, ‘Waitin’ On Ya’ cambia por completo el análisis, inmediatamente es notorio que se trata de cosa seria. Allí comienza a encarar un híbrido de soul contemporáneo, funk y R&B, con fuertes texturas de pop, rock, electrónica y algunos saltos hacia el ya mencionado hip hop. Estas descripciones brindan paralelismos a Childish Gambino y su aclamado «Awaken, My Love!» (2016).

Existen secciones irregulares, por ejemplo, ‘Drown’, donde parecería que hubo un error y se cambió a un single de pop punk blando cargado de new wave. Pero inmediatamente después de trastabillar, se pone de pie y sale bailando con ‘Gold Chains’, a lo que sigue con el track que da título al álbum, relajada y cargada de una vibra divina.

La mezcla de estos géneros tan diversos se logra de forma orgánica, muy rara vez impacta de mala manera. Cada cual tendrá su preferencia entre la variada selección de estilos, pero incluso uno que no sea tu favorito puede terminar transmitiendo algo con Genesis Owusu. Es pertinente destacar que no sólo la música es buena, sino que las letras son sorprendentemente profundas y con temáticas que se trabajan como obra conceptual. 

A lo largo del debut él se autodenomina como “big black dog” (gran perro negro), pero tiene una profunda historia detrás: “Estaba escribiendo estas canciones sobre depresión, y el perro negro es un eufemismo usado comunmente para la depresión, pero entonces me percate de que me habían llamado perro negro como un insulto racista. Ahí me di cuenta de que era un término interesante para abarcar las dos problemáticas de las que estaba hablando”, dijo Owusu en una entrevista para At Wood Magazine.

También el nombre del LP, sonriendo sin dientes, tiene su lado poético: “Básicamente es pretender que las cosas están bien cuando no lo están. Trata tópicos como la depresión y el racismo […]. Así que quería atar ese concepto al disco, haciéndolo sonar sexy y arriba, divertido y bailable, pero cuando realmente te sumergis, era solo una fachada, una sonrisa falsa

Como verán, hay algo muy rico esperando en Smiling with no Teeth. ¿Será este el comienzo para un artista que se alzará hacia los charts con una prolífica carrera? ¿Podrá mantenerse brillante pero dentro de los espectros de lo que puede ser comercial? Solo el tiempo lo dirá.

MEDIO SIGLO ATRÁS: EL FIN DE ALMENDRA ¿BENDICIÓN INESPERADA?

La aparición de tres bandas que dieron inicio a una nueva época en el país

La primera edición 2022 de Medio Siglo Atrás nos lleva a 1972, con el comienzo de lo que muchos llaman «la era más prolífica del rock nacional». Hoy vamos a explorar tres bandas que aparecieron ese año e impactaron la escena a su manera, cada una de ellas formada por ex miembros de Almendra.

Color Humano – Color Humano

El final de dicha banda representó un enorme quiebre, bastante mayor a la disolución de Los Gatos y Manal, pero nadie habría imaginado las maravillas que surgirían a partir de eso… solo su guitarrista, Edelmiro Molinari: “pienso que nosotros no nos vamos a separar, pienso que nos dividimos, nos multiplicamos, yo creo que va a haber más música”. El pronóstico no podía estar más acertado, de una banda que solo tenía dos discos, aparecieron tres que lanzaron 10.

Por su parte, él creó Color Humano, junto a David Lebón y Rinaldo Rafanelli, uno de los principales grupos psicodélicos de la región. Curiosamente, Lebón, futuro guitarrista de Serú Girán, toca la batería en la mitad del álbum, ya que durante las grabaciones recibe la oferta de tocar el bajo con Pescado Rabioso, por lo que abandona la banda. De aquellas últimas sesiones se encarga Rodolfo García, ex baterista de Almendra.

Este primer lanzamiento tiene grandes dejos de blues y folclore, como también uno de los «himnos» de la época: ‘Larga vida al sol’, la cual musicaliza a la perfección la película Hasta que se ponga el Sol (1973). 

Pescado Rabioso – Desatormentándonos

Por su parte, Luis Alberto Spinetta reclutó a Black Amaya, Osvaldo “Bocón” Frascino y Carlos Cutaia, con quienes dio vida a Pescado Rabioso. Contado por sus propios intérpretes, Spinetta buscó explorar una dirección más pesada, influenciado por bandas como Led Zeppelin, Deep Purple y Pappo’s Blues

Curiosamente, la primera canción es 100% antagónica a la de su anterior banda, ya que el ‘Blues de Cris’ gira en torno a su separación de Cristina Bustamante, quien había inspirado ‘Muchacha Ojos de Papel’. Saltó de una delicada y relajada composición, donde le pedía “quédate hasta el alba”, a estar “cansado de gritar con Cris” y pensar que “sus ojos al final olvidaré. Se ve que el papel no es eterno. 

De este frenético blues pasa a la «zapada» de ‘El jardinero (Temprano amaneció)’, con una sonoridad similar a la mayoría del LP, un blues psicodélico con mucho lugar a la improvisación. Los dos tracks que más se distinguen son ‘Serpiente (Viaja por la sal)’, con el órgano como base y un vuelo similar a lo que vendría en los discos siguientes; como también la delicada, relajada y apasionante ‘Dulce 3 nocturno’, una composición en conjunto a Frascino, quien canta unas líneas misteriosas. Él dejaría la banda y sería reemplazado por David Lebón, llevando a que dos de los tres miembros de Pappo’s Blues Vol 1 (1971) integren el proyecto (el otro es el baterista, Black Amaya).

Aquelarre – Aquelarre 

Por último, la sección rítmica de Almendra, Emilio Del Guercio y Rodolfo García, forman un grupo acompañados por Héctor Starc y Hugo González Neira. Combinando rasgos característicos de las otras bandas, Aquelarre coquetea con el progresivo, con tintes de hard rock en la guitarra, pero también dulzura y delicadeza en la voz de Del Guercio.

Probablemente el disco más variado de los tres que estamos explorando, comienzan con la potente ‘Canto desde el fondo de las ruinas’, uno de los más grandes clásicos del grupo. Aquél ritmo frenético también se vive en la apasionante ‘Aventura en el árbol’, pero también se permiten bellos momentos acústicos en otras canciones. Hablando con Héctor Starc, nos comenta que: “El primero [álbum] me parece el más interesante de todos porque es el que más demuestra lo que era el grupo. Así es como sonaba Aquelarre”. Casi sin sumarle pistas a las grabaciones y con los mismos instrumentos que utilizaban en sus presentaciones, tener esto en mente nos hace preguntarnos lo increíble que sonarían sobre los escenarios.

Para concluir es interesante destacar que cierran el LP con una excelente improvisación titulada ‘Movimiento’, algo muy diferente a lo que usualmente encontrás en un disco de rock nacional. Este tipo de versatilidad los coloca más cercanos a un grupo de jazz fusión que a un proyecto de rock convencional. 

Es increíble pensar que con la separación de uno de los más grandes emblemas del país, podrían aparecer tres nuevos universos sonoros. Las Almendras se multiplicaron. 

MEDIO SIGLO ATRÁS: LA REVOLUCIÓN BRASILEÑA

Los tres discos que cambiaron la música popular en tiempos de facto

El año 1972 fue un periodo muy importante a nivel cultural en Brasil, porque a pesar de que la dictadura militar se había establecido en 1964 (y duraría hasta 1985), estaba comenzando su época más oscura. Muchos artistas se exiliaron en Europa, un efecto similar al que tuvimos en Argentina. Hoy vamos a descubrir cómo se vivió esto en los discos.

Milton Nascimento & Lô Borges – Clube da Esquina

Un vinilo que capturó las diferentes corrientes que se respiraban en el país vecino, desde la psicodelia y su tropicalia (movimiento contrahegemónico a finales de los ‘60), hasta el pop barroco y el folclore. De todos modos, el género principal de Clube da Esquina (1972), y de los otros álbumes que vamos a explorar en el día de hoy, es la MPB. Estas siglas hacen referencia al término música popular brasileira, una modernización de la samba y bossa nova, muy importante en una época donde el rock era reprimido por el estado, convirtiendose en el género más popular.

En cuanto a sus intérpretes, Milton Nascimento había debutado como solista en 1967 y ya tenía cuatro discos muy populares en su catálogo; por otro lado, Lô Borges tenía tan solo 18 años al entrar a grabar en el estudio. Este era su segundo disco, habiendo debutado en el LP anterior de Nascimento . ¿Imaginas la presión de liderar una canción en el piano con una orquesta entera a tus espaldas? Este chico, a través de genialidad y un poco de inconsciencia, no la sintió. 

Milton y Lo, con canciones juntos y otras separados, crean un LP dinámico. Aquí exploran la profundidad de las melodías pop, con mucha belleza y una textura que parece semejante a la del dream pop que aparecería décadas más tarde. Ya en la primera pista vas a darte cuenta de por dónde van estos chicos.

Caetano Veloso – Transa

Caetano Veloso es uno de los nombres más importantes en la música brasileña, autor de incontables clásicos y un intérprete que ha prevalecido con el paso de las décadas. Desde guiar un movimiento emergente a finales de los ‘60 con Os Mutantes, Jorge Ben y Gilberto Gil, hasta abrir nuevas puertas desde su exilio en Londres, acompañado por otros de los artistas que habían sido expulsados del país.

En su primer trabajo desde el viejo continente, sus primeras palabras fueron “One day I had to leave my country, calm beach and palm tree, that day I couldn’t even cry […] but today, I don’t know why, I feel a little more blue than then” (Un día tuve que irme de mi país, calma playa y palmera, aquel día no pude ni siquiera llorar […] pero hoy, no sé por qué, pero me siento un poco más triste que entonces). Sus discos pasaron de fervientes y poéticas protestas al gobierno, a cargar con una fuerte emoción que se describe en portugues como saudade, un estado de nostalgia y profunda melancolía. 

De todos modos, a pesar de estar cargado por tristeza y tanta poesía, sorprendentemente el ritmo prevalece por encima de todo. El groove en estos discos, y más aún en el a veces minimalista Transa (1972), es algo atrapante. En la dirección musical tuvo una gran ayuda del también exiliado Jards Macalé, un virtuoso guitarrista. Con varias canciones cantadas en inglés, fue capaz de llevar la brillante poesía de Caetano a una audiencia mucho mayor. Una obra imprescindible para cualquier amante de la música latinoamericana.

Novos Baianos – Acabou Chorare

Por último, un álbum que tiene el potencial de lograr que te enamores del samba. Los Novos Baianos, cuya música tiene diferentes abordajes entre canciones, pero que generalmente se basa en el samba tradicional, aunque con la distintiva guitarra de Pepeu Gomes. Él muy seguido toma caminos psicodélicos que enriquecen la obra, pero incluso cuando se mantiene dentro de la estructura, brilla con su calidez. Esa última palabra, «calidez», es la mejor manera para describir la escucha. Voces joviales y percusión dinámica, con un poco de diversión en medio de tanta tristeza que se respiraba en el aire. Algunos musicólogos entienden que esta decisión era precisamente una respuesta a sus contemporáneos, sabiendo que la gente ya estaba al tanto de la situación que vivían, brindarles un poco de alegría en tiempos grises.

Las tonalidades claras y su radiante energía logra que los «Baianos» sean algo único, y estos son solo algunos de los tantos motivos por los que esta es una de las piezas más importantes de la música de Brasil. Por su parte, la revista Rolling Stone seleccionó a Acabou Chorare (1972) en el primer puesto de su listado con los mejores álbumes del país.

MEDIO SIGLO ATRÁS: TRES PERLAS ESCONDIDAS EN EUROPA

Exploramos tres rincones de Europa, donde empujaron los límites de la música

En esta edición nos sumergimos en álbumes muy diferentes, los cuales nos hacen entender que no solo existía la escena inglesa y estadounidense. Dos de ellos están muy inspirados en el rock progresivo, pero trabajado a través de otros filtros; mientras que la siguiente obra es diferente a todo lo de ese entonces. 

Can – Tago Mago

Can es gran referente del krautrock, un movimiento alemán que revolucionó al mundo, distanciándose de las influencias anglas para encarar nuevos modos creativos. A pesar de la gran calidad de sus intérpretes, la mayoría fueron ignorados durante su época, recibiendo reconocimiento décadas más tarde.

En el caso de este grupo oriundo de Colonia, en ese entonces se encontraban en su auge, liderados por el vocalista japonés Damo Suzuki, quien fue catalizador para que liberen su creatividad y crearan canciones que parecen por lo menos 20 años adelantadas a su tiempo. Los ritmos atípicos de la percusión, una zapada absoluta y una producción que crea un universo dentro del LP: este es indudablemente un disco incomparable. Uno de los diez álbumes preferidos de John Lydon, mejor conocido como Johnny Rotten (líder de los Sex Pistols).

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Le Orme – Collage

En Italia durante los años ‘70 el rock progresivo invadió todo ámbito artístico, pero sus orígenes son bastante particulares. En palabras de uno de sus protagonistas, Aldo Tagliapietra, bajista y cantante de Le Orme: “El rock progresivo era tocado por los músicos que salían de los conservatorios de música clásica, pero con pelo largo e instrumentos electrónicos. Ellos buscaban espacios de creatividad y expresión, se habían cansado del boom que fue a finales de los ‘60 la música country y el blues, que fue lo que dio origen al rock. […] Querían ir en otra dirección, entonces comenzaron a tomar influencias del jazz”. 

Musicalmente, esta corriente es bastante difícil de definir porque hay abordajes muy diversos, pero generalmente vamos a encontrar una relación muy fuerte del clásico. Hay casos donde directamente es clásico con algunos elementos de rock, y Le Orme ha tenido momentos de ese tipo. En Collage (1971) la banda se distancia de sus orígenes beat, entrando en la esfera del rock progresivo y pasan a marcar una base para (en ese entonces) la emergente escena.

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Junipher Greene – Friendship

Intenta entender, sabemos que vos podes”. Así decía el primer estribillo de los noruegos Junipher Greene en su disco debut, un doble LP donde se fusionan una gran variedad de géneros. Lo más notorio es el rock progresivo, el cual podemos asociar en primera instancia con Jethro Tull, dada la presencia de flauta y el estilo de guitarra. Pero a lo largo de los minutos se incorporan jazz rock, psicodelia, hard rock e incluso folk rock.

Su primer LP es más bien un conjunto de canciones, mientras que el segundo está configurado como una obra conceptual, por lo menos desde lo musical. Por un lado, con tres tracks que nos aclimatan a lo que luego es ‘Friendship’, una majestuosa suite de 20 minutos. Esta es una perla del rock progresivo, pasada por alto por la mayoría de sus más acérrimos seguidores. 

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MEDIO SIGLO ATRÁS: LES FEMMES TERRIBLES

En el año 1971, tres mujeres patearon el tablero en tres géneros muy distintos

En esta edición vamos a sumergirnos en tres álbumes muy diferentes en sonoridad, pero que tuvieron un efecto catalizador en el mundo musical. Su creatividad y calidad inspiró a incontables artistas, por eso vamos a introducir a qué se debe eso. 

Nara Leão – Dez Anos Depois

Comenzamos el raconto con un doble LP perfecto por Nara Leão, una de las grandes voces de la bossa nova. Comenzó su discografía en 1964 con el álbum Nara, convirtiéndose rápidamente en una de las más grandes figuras de la MPB (música popular brasileira). Aquí ella canta muchos clásicos del movimiento, brindando una nueva cara a la obra de grandes como Vinicius de Moraes, Baden Powell, Chico Buarque y Antônio Carlos Jobim

Hay un término portugues que describe muy bien las sensaciones que uno encuentra en Dez Anos Depois (1971), y es «Saudade». Esto vendría a significar un sentimiento cercano a la melancolía, pero mucho más afectivo: recordando (y en parte extrañando) algo que probablemente nunca volverá. El escritor portugués Manuel de Melo se refirió al término en el año 1660: “Bem que se padece e mal de que se gosta” (bien que se padece y mal que se disfruta). Creo que quienes se dejen llevar por la voz Nara encontrarán esos sentimientos, le darán sentido al saudade.

Sin dudas que esta es una de las grandes joyas de la bossa nova, con arreglos sublimes de Roberto Menescal y Luiz Eça, quienes sacaron lo máximo de Nara. En la mayoría de las canciones van a toparse con simplemente ella y su guitarra, pero no se puede pedir más que eso. Muy recomendable para entender la magia de la bossa.

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Joni Mitchell – Blue

Tras un éxito inesperado, Joni Mitchell no tenía muy claro cómo lidiar con la fama. Ella ha recordado en numerosas entrevistas que no estaba convencida del espontáneo fanatismo que tenían sobre ella, razón por la cual quiso mostrarles quién es «la verdadera Joni»; saber si aman una idealización o a su verdadero ser. Efectivamente, era lo segundo.

La vocalista canadiense saca al desnudo todas sus emociones, desde un corazón roto y un fuerte cinismo hacia futuras relaciones, pasando también por la soledad y estar lejos de casa: deja la fragilidad al descubierto. El álbum fue compuesto mientras contemplaba terminar su relación con  Graham Nash, miembro de The Hollies y Crosby, Stills, Nash & Young, de quien se separó antes de grabar.

Algo muy importante de comprender es que, en esos tiempos, no era común descargar sus experiencias más tristes; más allá de que existieran grandes letristas en la escena folk, blues y de cantautores (singer/songwriters), ninguno se había permitido ser escuchado al borde de las lágrimas como lo hacemos en Blue (1971). Hank Williams y Townes Van Zandt fueron dos de las más importantes voces del country, famosos por expresar su dolor, pero no a este punto. Para que se den una idea, la canción ‘Little Green’ se basa en una vivencia previa a la fama, cuando en la pobreza tuvo que dar a su hija en adopción.

Apasionante y lánguido, son 35 minutos puros y honestos… extremadamente influyentes para todo cantautor que vendría después. 

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Alice Coltrane featuring Pharoah Sanders – Journey in Satchidananda

Alice Coltrane comenzó su trayectoria solista en 1968, un año después del fallecimiento de su marido, el legendario John Coltrane. Su abordaje es desde el primer momento vanguardista, muy vinculado al spiritual jazz, pero encontró su mejor versión cuando incorporó al saxofonista Pharoah Sanders.

Considerado como el sucesor de John, él logró darle el empujón necesario a las composiciones de Alice, quien creó piezas esenciales del jazz moderno. Su primera colaboración se dio en Ptah, the El Daoud (1970), a lo que siguieron con el excelente Journey In Satchidananda (1971). Las influencias del free jazz, post bop y la música clásica hindu son evidentes, buscando fascinantes melodías. Uno de los mejores discos para introducirte al jazz atípico.

Descubran a una de las grandes compositoras del jazz experimental, con un álbum esencial para el jazz de los años 70.

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Canned Heat – Future Blues (1970)

Un hermoso disco por una de mis bandas preferidas de todos los tiempos, los maestros del Blues: Canned Heat.

Future Blues es el uno de los dos discos que la banda californiana lanzó en 1970. Este año también salió Vintage, un álbum que consiste de grabaciones tomadas en 1966 (un año previo a su disco debut), en su mayoría covers, como por ejemplo: Spoonful, Got My Mojo Working, Rollin’ and Tumblin’, Dimples y Louise. Como rareza, este disco tiene en bajo a Stuart Brotman, todavía sin la aparición de Larry «The Mole» Taylor.

Como consecuencia de eso, este es el primer álbum de material nuevo en la década del 70, siguiendo las texturas que trabajaron en Hallelujah un año antes. Este «blues del futuro» es bastante interesante, lo que más destacaría es el protagonismo que toma Alan «The Blind Owl» Wilson, siendo probablemente el álbum donde más presencia tiene en toda su discografía.
Solo con escucharlo durante Skat, uno de los temas más raros en el repertorio de la banda, me llena de alegría; pero también canta la hermosa Shake It and Break It, London Blues (de la cual deberían chequear algunas increíbles versiones en vivo) y My Time Ain’t Long.

No hay que olvidar que aquí suena una de las canciones más famosas de la banda, Let’s Work Together por Wilbert Harrison, como también uno de los mejores boogies que escuché: So Sad (The World’s in a Tangle). Y como olvidar el exquisito Future Blues, una canción muy arriba que cierra a la perfección este genial disco, pero con una lírica que me deja pensando: Who’ll tell your future? I can’t tell my past / Seems like every minute lord is sure gonna be my last. [¿Quién dirá tu futuro? Yo ni siquiera se mi pasado / Señor, parece que cada minuto será mi último].
Es triste leer esto considerando lo poco que le quedaba al Blind Owl.

De todos modos, este es otro gran disco por una de las formaciones clásicas de los Heat:
Bob Hite – voz
Alan Wilson – slide guitar, voz y armónica
Harvey Mandel – Guitarra principal
Larry Taylor – Bajo
Fito de la Parra – Batería

Un álbum muy recomendable para cualquier entusiasta del blues. Si te interesa saber más sobre Canned Heat, te invito a escuchar la entrevista que le hice a Fito de la Parra hace unos años:

PD: Para los más grandes fanáticos les recomiendo escuchar el bonus track llamado Poor Moon, un experimento muy particular del querido Alan.